LAS HUELLAS DE LAS HORMIGAS
Entrevistados: Néstor García Canclini, Lucina Jímenez, Jesús Martín Barbero, Juán Luis Mejía, Carlos Monsiváis, Marta Porto, Germán Rey y Patricio Rivas.
Año de publicación: 2010
Editorial: Tijuana: El Colegio de la Frontera Norte ;
Madrid : Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. Agencia Española de
Cooperación Internacional para el Desarrollo Convenio Andrés Bello, Colombia.
I.
PARTICIPACIÓN
II.
RELATOS
III.
TRANSVERSALIDAD.
IV.
INTERCULTURALIDAD
V.
JÓVENES
VI. CONSUMO
VI. CONSUMO
VI.
MERCADO
VII.
DISTRIBUCIÓN
VIII.
INSTITUCIONALIDAD
IX.
INTEGRACIÓN
X.
CONCLUSIONES
En este libro se encuentra un
diálogo muy reciente y apasionado entre ocho inteligencias Latinoamericanas de
la cultura, las cuales tras analizar las dinámicas actuales de la cultura
proponen salidas creativas y enfoques hacia los cuales dirigirse. Para su
lectura es imposible tratar de seguir una línea que nos permita llegar a una conclusión,
las entrevistas están inmersas en una red de ideas divergentes que se cruzan
entre sí, se complementan, se oponen o se suman a conclusiones que a su vez son
base de nuevas ideas que a veces forman un círculo vicioso en el cual es
imposible concluir algo, pues no solo es una charla amena, sino que su enfoque
es dar algunos visos de algunas dinámicas que se están presentando en la
actualidad y pueden ser base de análisis o trabajo futuro para los interesados
en la cultura.
De esta manera cobra
importancia este libro, que guarda la riqueza cultural de Latinoamérica en los
comentarios de sus entrevistados, quienes son capaces de proponer nuevas formas
de ver la cultura, de pensar el mundo contemporáneo, de aprovecharse de varias
visones de mundo y vivirlos de manera simultánea, es decir, de generar
políticas culturales.
Así, con palabras de Antoni
Nicolau I Marti, Director de Relaciones Culturales y Científicas AECID; en este
libro se podrán encontrar “reflexiones sobre políticas culturales que provienen
de una relación entre pensamiento teórico y acción política en los espacios
estéticos y creativos”[1],
los cuales cobran la función de anticipar lo que en un futuro ya se avecina.
Para empezar a comprender
algunas dinámicas actuales en las que se genera cultura se debe tener en cuenta
ante todo que lo cultural es transgresor y no se conforma con avances
parciales. Así, las políticas culturales no se pueden quedar en el campo de la
reflexión sino que deben salir al campo del diseño y la implementación. Es por
esta razón que los Proyectos Culturales deben enfocarse en el integrarse para
poder hacer y de esta manera reflexionar para poder volver a implementar.
Actualmente, la sociedad de la
información y los procesos de globalización han conllevado a una transformación
en los procesos de producción y a formas en cómo se movilizan e interactúan las
personas, que condicionan las relaciones actuales. Entonces, en la actualidad lo
ideal es comprender esas formas de producción de sentido y como transmitirlas
para motivar a que la cultura ocupe el lugar de factor de integración social,
de paz y de diálogo, como un valor social básico en la sociedad.
Hay que tener en cuenta que la
cultura debe dejar de ser tratada por las instituciones o ser vista como un
aparte, ya que no es una ciencia que se pueda estudiar aparte de las otras puesto
que está inmersa en todas las ramas y dinámicas de la sociedad, ni las otras
ciencias se pueden estudiar sin la cultura; el libro propone como proceso que
marcará la historia; la relación, sobre todo, entre cultura y educación, salud
pública e integración y relaciones internacionales. A su vez, el libro resalta como
actores claves de autonomía a las minorías, quienes, en un caso más específico
como el de los indígenas, son grandes productores de patrimonio, lo cual no
significa que deban ser el foco exótico de los proyectos de las instituciones
sino que por el contrario, de manera autónoma e independiente puedan utilizar
estas nuevas dinámicas y herramientas de la actualidad para generar
autónomamente identidad entre los suyos, en su pequeño grupo.
El arte como vehículo social
en proyectos para jóvenes genera autonomía en esta población, que desde la
pasión a través del arte va encontrando sus necesidades personales, que al ser
compartidas con otros, son enriquecidas con las de la comunidad y de esta forma pueden encontrar alternativas que constituyan una solución a sus
problemáticas. Lo cual no quiere decir que se deban crear políticas especiales
para los jóvenes, pues sería como excluirlos de la sociedad misma. Así que, solo
a través de los disensos expuestos por diferentes grupos sociales en espacios
de diálogo, se pueden atravesar aquellas transversalidades que los alejan los unos de los otros, para así, poder
construir espacios de ciudadanía.
Entonces, lo importante no es
tratar de homogenizar los diferentes frentes sino al contrario, enfrentarlos a
través de su participación en estos disensos que generan las verdaderas reglas
y estimulan aquellos derechos culturales vistos “como derechos universales de
expresión y exigencia de la dignidad humana”[2],
mediante un proceso de integración
cultural que depende del acceso o inclusión al mismo, por tanto hoy en día los
derechos culturales no hacen parte de aquel reducido grupo de creadores sino que
se pone en disenso con los derechos de los usuarios y de todos.
Así, la manera para generar
cultura y desarrollo depende del reconocimiento a través de la
acción-participación de aquellos derechos culturales que darán como fruto una
multiculturalidad en donde diferentes actores de diferentes grupos pueden
participar en búsqueda de soluciones a problemáticas sociales que los afecten a
cada uno desde su visión personal o de nicho y menos procesos de
interculturalidad en donde la diferentes comunidades luchan por separado
chocando y avivando sus diferencias, logrando así, generar limites aún más
fuertes que los separen.
Según el planteamiento del
documento “Balance y perspectivas, 13 años del área cultural del Convenio
Andrés Bello[3]”; se
expone que “cuando la cultura está de por medio, la inteligencia se despereza,
se desburocratiza”. Entonces, podríamos decir que estamos en el siglo de la
transformación social a través de la cultura, lo cual la muestra por primera
vez como un campo de desarrollo y productividad que puede ser utilizado
económicamente por la industria. Sin embargo, su manejo comercializado y banal
ha generado un consumismo participe de una cultura del rendimiento que enceguece
o invisibiliza esos espacios de construcción, generando una amplia producción
cultural y artística que busca como fin último y no como medio, el consumo.
Viendo el lado potencial de la
cultura, la industria cultural ha llenado aquel vacío en el que los jóvenes
eran excluidos del mundo productivo, dándoles visibilidad y reconocimiento en
su complejidad.
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A continuación se expondrán
los comentarios de aquellos líderes culturales por temáticas.
I.
PARTICIPACIÓN
En la modernidad la
participación ya no implica un territorio, hay nuevos órdenes y relaciones
simbólicas con el mundo. Desde este punto de vista, las políticas culturales o
aquellos objetivos u horizontes enmarcados desde lo estatal; han permitido que
las comunidades tengan acceso a nuevas oportunidades, pero con algunas líneas
de fractura que le impiden desde lo local poder acceder a un pensamiento
global.
En ese sentido Nestor García
Canclini asegura que “las políticas culturales no deben ser planificadas sino
apoyadas para ser autogestionadas”[4]
por la comunidad. De esta manera lo creativo y el arte no tiene por qué ser opuesto a la racionalidad o riguroso de
la institucionalidad, pero sí debe entenderse que, como argumenta Jesús Martín
Barbero, “la cultura solo es gestionable a la luz de lo que en ella no es
gestionable”[5].
En ese instante la gestión cultural se sale de las manos y queda a cargo la
misma creación en búsqueda de una solución o empleo de alguna estrategia.
Entonces, el Estado debe
garantizar libertades que apoyen políticas de fomento a la creación,
acompañadas, por supuesto, de políticas de fomento a las industrias culturales
para propiciar una cultura sostenible en la que identidad cultural sea una
escogencia. Es decir que estos derechos culturales no deben ser reconocidos
como individuales sino como colectivos.
Otro campo de decisión de las
políticas culturales deben ser los escenarios internacionales como el Internet,
visto como un campo de confluencia y de percepción de las políticas mismas, el
cual es consumido como espacio cultural por algunas comunidades que lo sienten
más cercano a su cotidianidad.
II.
RELATOS
Según Carlos Monsiváis[6],
lo que viene es una identidad cultural Iberoamericana a través de rasgos que
nos unifican como el idioma, el relato fundacional a cargo de la migración, las
franquicias, las ciudades, pues aunque la globalización beneficie a las grandes
industrias, también permite el entendimiento de manifestaciones que se dan en
América Latina. Lo cual no significa que el relato nacional esté desapareciendo
por los efectos de la globalización, sino que al contrario, como expone Barbero[7],
“ahora el relato nacional se está multiplicando”, pues no hay condiciones para
un solo relato hegemónico que empobrecería el actual proceso de culturas
hibridas. Y como la memoria no debe ser despreciada, hay que tener cuidado en
insistir comunicar relatos de hace 200 años sin el acompañamiento de una resignificación
de la cual puedan apropiarse los ciudadanos y sirva de beneficio para la
sociedad.
Entonces, son los grupos que
no se han hecho visibles antes, los encargados hoy de alimentar estos relatos para
cambiar ese aspecto esencialista que atribuye
características, aptitudes y papeles sociales determinados que homogenizan la
riqueza cultural de la sociedad, por un relato abierto que con
libertad pueda ser construido, compartido y complementado entre todos. Es este
último relato abierto el que puede dejar ver aquellas identidades híbridas[8]
conformadas o enriquecidas por la mezcla de diferentes experiencias y culturas,
las cuales se encuentran en constante cambio y suelen desenvolverse en
diferentes contextos históricos, pero sobre todo espacios cada vez más urbanos,
haciendo así que las raíces se muevan para evitar que sean olvidadas con el
tiempo y puedan ser apropiadas por sus ciudadanos. Este rasgo propio de la
globalización y las diferentes formas en como la cultura se manifiesta en ella,
es el comienzo de los primeros ciudadanos del mundo.
III.
TRANSVERSALIDAD.
Actualmente la noción de
cultura ahora es utilizada con excesividad, logrando descaracterizarla y
hacerla confusa con tantos usos. Hay cultura de salud pública, cultura
ciudadana, cultura de la corrupción…Y sin embargo, los ministros de cultura
jamás son llamados a tomar decisiones. Ahora todo puede ser argumentado a
través de la cultura, pero la cultura va más allá de eso, hay miles de
respuestas y propuestas culturales que no son sociales.
En ese sentido las políticas
culturales deben apuntar a generar propuestas culturales que puedan
involucrarse en otras áreas y a su vez puedan tener una vinculación social que
sea sustentable y que según Lucina Jiménez, es posible lograrlo a través de los
nichos o pequeñas comunidades[9].
La diversidad en la modernidad puede ser un eje transversal que a través de sus
diferentes nichos permita visibilizar una idea de mundo y compartirla.
IV.
INTERCULTURALIDAD
Para Marta Porto el problema
más grande de Latinoamérica es la convivencia[10]
y éste es el punto sobre el cual Jesús Martin Barbero afirma que[11],
ahora no es necesario afirmar las diferencias, ese era un trabajo del siglo
pasado, hoy necesitamos es poner a convivir esas diferencias. Entonces, es deber
del Estado crear los espacios para que esas culturas puedan dialogar, donde
puedan ser incorporadas y puedan participar aquellas minorías, que muchas veces
generan o hacen surgir nuevas minorías. Por esta razón, la sociedad está
generando más necesidades de gestión, pues cada vez divisa más dimensiones a su
cultura. A veces, es un proceso infinito y otras un círculo vicioso en
constante retroalimentación.
V.
JÓVENES
La mayoría de la población
Latinoamericana es joven, es decir que los jóvenes ya no son el futuro sino el
presente casi que pasado y a los cuales les ha tocado vivir la descomposición
de las instituciones modernas como la familia, la escuela, el trabajo, la
política; es por esto que se necesita incluirlos en políticas democráticas en
las que puedan participar aportando sus experiencias y dinámicas como juventud
en la vida moderna, las cuales cada vez más se enfocan en la cotidianidad y lo
efímero. Hay que salvaguardar como patrimonio todas estas dinámicas que
muestran a la juventud contemporánea y sus productos culturales.
Por otro lado, Latinoamérica
necesita una revolución educativa urgente, pues estos jóvenes que viven en una
sociedad moderna y ejercen dinámicas culturales del siglo XXI son educados bajo
Instituciones del siglo XX. Son jóvenes letrados, que la mayor parte de
información que reciben desde niños son
mensajes audiovisuales, que no se les han enseñado a descifrar o leer y que en
un lapso de menos de una década se han enfrentado a la revolución tecnológica,
la inmediatez de la información y las redes sociales.
VI.
CONSUMO
Desde la cotidianidad, la
sociedad contemporánea se desenvuelve constantemente en una gran contradicción
basada en sí es o no el consumo cultural una forma de subyugar y obnubilar a
las personas. Ante esto German Rey afirma que, el consumo también sirve para
pensar y desde ahí debe aprovecharse la cultura, desde la tensión del consumo y
el ámbito doméstico[12].
El consumo cultural debe existir, no como fin último pero si como medio de
apoyo, pues uno de los errores que el siglo XX marcó tajantemente es que el asistencialismo
no genera sostenibilidad y desarrollo. A través de las industrias culturales y
el apoyo a través del consumo cultural se puede mantener viva la cultura y a
sus productores. Sin embargo, hay que tener cuidado y no confundir consumo
cultural con entertainment.
VII.
MERCADO
Según Patricio Rivas, si la
cultura se vuelve un tema solamente del mercado, se generaría una cultura del
vacío, pero, si al contrario estuviera a cargo solamente del Estado caeríamos
en un tedio de la creatividad[13];
por tanto debe existir un equilibrio que pueda mantenerla en el tiempo,
renovarla y enriquecerla a través del apoyo de prácticas culturales tanto por
parte del Estado como por parte del Mercado, pues si se extinguen estas
prácticas, se producirían fracturas regresivas en la capacidad humana para
habitar socialmente el mundo. Es decir, evitaríamos el progreso y desarrollo.
Entonces, a pesar de que la
industria cultural puede ser un motor de producción cultural, la cultura
siempre va a ser la salida a otros problemas de la sociedad, por eso debe ser
un derecho de todos y accesible para todos. Por esta razón, el Estado debe
garantizar como patrimonio las prácticas culturales menos valoradas y no debe
descuidar los apoyos sustentables dados a las artes y a los jóvenes, quienes
sufren graves problemas de desempleo.
VIII.
DISTRIBUCIÓN
Podemos notar que muchas veces
existen los apoyos para iniciativas culturales, pero muy pocos suelen
conocerlas pues la fase de distribución y promoción no tiene muchos recursos,
así muchas becas y convocatorias son desperdiciadas o artistas no pueden dar a
conocer su trabajo. Para Néstor García Canclini el problema radica en que los
grandes adversarios de la diversidad y la difusión de la cultural son las redes
empresariales transnacionales, ya que, por ejemplo, si solo hay cinco empresas
que controlan la gran mayoría de la música, se sabe que se quedan por fuera una
gran parte de artistas musicales de otro tipo.
Ante eso, Internet ha
mostrado, sobre todo en el ámbito musical, una nueva forma de distribuir y
promocionar la cultura a través de blogs y un riguroso y disciplinado manejo de
las redes sociales, a las cuales acceden un gran porcentaje de la población y
pueden enterarse de diferentes alternativas culturales, aparte de las
acaparadas por las grandes empresas.
IX.
INSTITUCIONALIDAD
Es claro que las instituciones
del Estado necesitan ser reestructuradas urgentemente, se deben crear pronto
nuevas reglas y vínculos entre Estado, mercado, academia y sociedad civil, para
poder comprender y renovar de manera constante las actuales dinámicas
culturales. Para esto, es importante descentralizar la forma en que se toman
las decisiones y el cómo según estas decisiones son distribuidos los recursos,
pues muchas veces la institución no puede conocer las problemáticas y
necesidades culturales de algunas comunidades que tal vez, los jóvenes que
viven en ella a diario si puedan tener idea. Se le debe dar poder de decisión a
la comunidad misma para que manejen los recursos que el Estado pueda darles.
Para esto es necesario nuevos canales de comunicación con estas comunidades que
según García-Canclini[14]
se encuentran en los jóvenes, pues son ellos los que mantienen la curiosidad
despierta y constantemente están generando nuevas dinámicas.
A pesar de que el tema de políticas
culturales es estudiado, Patricio Rivas afirma que se deben mejorar las líneas
de investigación en políticas culturales[15].
A su vez, se deben crear políticas transnacionales de fondos compartidos que
permitan desarrollar una rica agenda latinoamericana de la cultura, la cual no puede
quedarse en un proyecto, se debe generar una continuidad y disciplina en el
campo para lograr una sostenibilidad y evolución a través del compromiso y
vinculación constante de más actores en el juego.
X.
INTEGRACIÓN
Generar integración no
significa imponer la cultura como como una forma de presencia global o de
diferenciación y distinción con otras culturas, estableciendo una marca que
pueda diferenciarnos a nivel global de los demás. Se debe pensar la cultura
desde lo latinoamericano, es decir desde los puntos o problemáticas que nos unan,
así sea desde puntos de vista totalmente contrarios y diferentes y sin caer en
los regionalismos o clichés propios de una cultura y, a partir de ahí, generar
diálogos no para encontrar algo en común, ni para subrayar las diferencias,
sino para trabajar en conjunto desde esas diferencias.
XI.
CONCLUSIONES
Es claro que la cultura debe salir
de la institución e ir más de la mano con las sociedades que con el Estado, a
su vez se debe tener en cuenta que la sociedad se desenvuelve en la
cotidianidad de la cual hacen parte también, la radio, el Internet y la
televisión, lo cual implica un grado de globalización muy complejo y abierto
desde el cual debe empezar a trabajarse el tema de la Identidad y de la
creación colectiva a partir de la posibilidad de interactuar con otras
comunidades de manera inmediata.
Las dinámicas más cercanas a
la juventud, las que algunas veces denominamos “Cosas de jóvenes” son las que
renuevan la cultura y sirven de espejo mismo de la sociedad. Sin embargo, en
este caso la juventud no debe verse como una condición etaria sino como un
estilo de vida, en el que a través de la curiosidad, el experimento y la pasión; se generan nuevas ideas y proyectos, que por supuesto, a través de la institución deben orientarse
hacia la disciplina y constancia para que puedan sustentarse en el tiempo.
Por esto hay que evitar
subrayar las diversidades a partir de la diferencia, sino convocarlas a un
espacio determinado para ponerlas a trabajar en conjunto. Para esto necesitamos
formar a artistas y gestores, no necesariamente desde la academia pero si desde
la constancia y la práctica.
[1] Pág.
9 Presentación del libro La Huella de
las hormigas, Políticas culturales en América Latina. Entrevistas de Arturo
Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello.
[2]
Sacado de la Declaración del Grupo de Friburgo sobre los Derechos Culturales,
publicado en el libro Ciudadanías en
Escena, Performance y Derechos Culturales en Colombia. Página 46. Año 2009. Editor Paolo Vignolo.
Bogotá, Colombia.
[3]
Página 29. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés
Bello.
[4]
Página 46. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[5]
Página 48. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[6]
Página 65. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[7]
Página 80. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[8] Las culturas hibridas, es un término acuñado
originalmente por Nestor García Canclini en su libro Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Grijalbo, México, 1990
[9]
Página 97. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[10]
Página 118. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[11]
Página 105. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[12]
Página 168. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[13]
Página 186. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[14] Página
211. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en
América Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello
[15] Página
213. Sacado del Libro La Huella de las hormigas, Políticas culturales en América
Latina. Entrevistas de Arturo Guerrero. Año 2010. Convenio Andrés Bello