lunes, 27 de febrero de 2012

Reseña. Postproducción, Nicolas Bourriaud

Investigación


El proyecto de investigación “Construcción de espacios de ciudadanía e inclusión social alrededor de las artes, la libre expresión y la creatividad en la Localidad de Usaquén” está enfocado a trabajar, las artes plásticas, el performance y las instalaciones; razón por la cual en esta obra de Bourriaud podemos encontrar un análisis de  las artes visuales más representativas de los últimos años que amplifican y extienden el concepto del ready made elaborado por Marcel Duchamp.

El interés de esta reseña es no solo comprender las dinámicas actuales que el arte contemporáneo abarca si no conocer algunos ejemplos que a modo de collage pueden servir como influencia a la hora de la creación misma durante el proyecto.




POSTPRODUCCIÓN, 

NICOLAS BOURRIAUD

Título del libro: Postproducción
Autor: Nicolas Bourriaud
Año de publicación: 2009
Editorial: Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires.

La postproducción se abre como un recurso que a través de los nuevos medios y materiales preexistentes se realizan obras mezclando y combinando diferentes elementos, respondiendo así a la multiplicación de la oferta cultural y la inclusión dentro del mundo del arte de formas que antes eran ignoradas o despreciadas.

En la propuesta de la postproducción Bourriaud la pregunta del artista ya no es ¿qué es lo nuevo que se puede hacer? sino ¿Qué se puede hacer con? Así, la importancia del arte actual no reside en su significado sino en su uso impersonal y colectivo de las formas que viene siendo un acto de micropirateria en el que al igual que en los Mercados de las Pulgas el artista recicla y de manera caótica reorganiza la producción del pasado de manera colectiva, renovando y dotando de múltiples contribuciones culturales a esos objetos o formas victimas del arte, los cuales pasan de ser simple objetos a utilizarse como soportes de experiencias.

Este reciclaje que según Bourriaud implica una navegación por la historia de la cultura, también puede dotarnos de materiales más cercanos para trabajar con la comunidad y que reflejen su identidad. Además implica unos grados de entendimiento y relación entre artistas completamente diferentes a las del siglo pasado en las que la lucha por el reconocimiento y los derechos de autor eran una predominante. Hoy en día la supervivencia del artista mismo es la abolición de la propiedad de las formas y mas bien se incursiona de manera activista en la relación de un compartir de materia prima que permita renovar constantemente la realidad que se agota en la cotidianidad de la globalización y los medios masivos. De esta manera existe un desvío artístico en el que ready made tiene un uso político y el usuario de las forma se comporta como un consumidor inteligente y subversivo. Así, lejos de la lucha por el reconocimiento, se generan encuentros que resultan ser más importantes que los individuos que los provocan.

Así, los proyectos culturales modernos que utilizan el arte moderno se vuelven un juego con las formas más participativo y enriquecedor en el que la superproducción y postproducción ya no es vivida como un problema sino como un ecosistema cultural. Estas formas son utilizadas como escenarios en el que el artista moderno planifica el presente mismo utilizando esos elementos para construir espacios alternativos y diversos.

 De esta manera, las exposiciones dejan de ser los resultados para convertirse en el lugar de la producción, desprogramando el orden natural para reprogramarlo a través de la creación, cambiando el orden mismo del arte en el que interpretar el mundo no basta sino que hay que transformarlo. Sin embargo, el lugar de esos hechos no es un espacio profesional y sofisticado, con la evolución de herramientas tecnológicas y el internet los espacios de creación y transformación del mundo se dan a través de la vida doméstica desde la cual el empleo a través del hacking y la utilización del tiempo libre son las cualidades de los artistas modernos. De esta manera el caos y y el ocio es estimulado de manera productiva. Tema que en los proyectos culturales representa una estrategia y facilidad grandísima a la hora de generar un autosostenimiento en el tiempo y productividad de los participantes.


En este orden de ideas el artista contemporáneo es capaz de manipular, volver a presentar o poner en una nueva escena a través de:

  • Tomar como materia prima obras ya existentes reprogramando sus significados e incluyendo al público como creador de la obra misma.
  • Habitar estilos y formas historizadas que ya en el imaginario social representan algo y adaptar estas estructuras a sus problemáticas personales, incluso llegando a duplicar secuencias enteras de obras ya existentes. Como por ejemplo, Sarah Morris emplea en su pintura la grilla a fin de describir la abstracción de los flujos económicos.
  • Hacer uso de las imágenes: de este modo cualquier recurso visual y audiovisual es víctima de re significación o adaptación de estos artistas.
  • Algunos no se complican y hacen uso de la sociedad misma como un repertorio de formas con las que se puede jugar generar un concepto diferente.
  • Algunos utilizan las tendencias actuales de la moda y los medios masivos para crear sus propias obras.
  • No piensan la exposición en términos de formas u objetos sino de formatos de representación de lectura del mundo.
  • La lectura de las imágenes de la obra se vuelve una imagen misma y así infinitamente.
  • El entorno tecnocultural emergente suscita el desarrollo de nuevas clases de arte que ignoran la separación entre emisión y recepción, la composición y la interpretación.
  • Se libran de la historia del arte y recurren a ella como una especie de diversión, tratándola como un espacio de pura irresponsabilidad.


A simple vista este tipo de dinámicas y relaciones muestran una apropiación y desarrollo del arte moderno con una tendencia ecléctica sin bases ni formas, sin embargo, si los artistas se entregaran al “eclecticismo del consumo” sirven a los intereses del “mundo tecnocientífico y posindustrial” y faltan a su deber crítico. Entonces, la línea del arte moderno es demasiado delgada por lo cual la tarea del siglo XXI se encamina a la posibilidad de reescribir la modernidad, sin partir de ceros ni quedarse atiborrado por el almacén de la historia sino inventariar seleccionar, para posteriormente utilizar y recargar.

Es así como se debe entender y comprender el arte moderno, pensando que las obras proponen escenarios y el arte es una forma de uso del mundo en el que existe una negociación infinita entre los diversos puntos de vista. No hay un fin en el arte moderno, el enriquecimiento y conocimiento del mundo es infinito.

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